Tenemos que hablar...

-¿Pero de qué hablas Irayda?
-Ya no puedo seguirte viendo.
-Creí que teníamos algo especial.
-Me haces demasiado daño...
-¿Podemos ser amigos?
-No, no podemos, cada vez que estamos cerca, te acercas a mi boca y no puedo contenerme. Mis labios se humedecen con sólo estar cerca de ti, mi piernas tiemblan ante la mera idea de probarte.
-¿Ya no me amas?
-¡Pero claro que te amo! Si eres tan dulce... tan suave... me haces feliz a cualquier hora del día.
-Entonces no acabes con esto.
-¿Esto? ¿A qué te refieres? Ni siquiera tuvimos algo. Nunca lo quisiste así, sólo llegas y esperas que ponga mi boca sobre ti, sin importarte las consecuencias de lo que pase.
-Es mi naturaleza...
-Ni siquiera sé por qué estamos discutiendo esto.
-Porque todavía sientes algo por mi.
-Ya lo sé, pero digo, no tiene sentido, ni siquiera puedes hablar.
-Pero tengo sentimientos aún así.
-¿Una galleta de chocolate con sentimientos? Debo estarme volviendo loca. Regresa a la caja y no quiero volver a verte. Voy a comer fruta ahora.