Érase una vez, cuatro ciudades que estaban así pues, separadas, pero comunicadas de alguna manera. Eran, Democraticonia, Socialópolis, Monarquímides y Anarquihuahua.
Cada una tenía su propio sistema de gobierno, que pues es un tanto obvio de acuerdo al nombre del país.
En Socialópolis, todo mundo era igual, todos eran tratados igual y se les asignaba dos tres lo mismo. La gente tenía la libertad de elegir su modo de vida, siempre y cuando no ambicionaran una cantidad absurda de lujos innecesarios. La educación del lugar, enseñaba a la gente desde pequeños cómo todos eran parte de la misma ciudad, así que el bien general, era por el bien de todos.
En la ciudad de Monarquímides era una historia completamente diferente (o sea, es parte de la misma historia, pero es otro cuento, pero el mismo... o sea, diferente a la ciudad mencionada en el párrafo anterior). En esta ciudad, había gente que por alguna razón, desde su nacimiento era considerada como mejor que las demás y eran educados para ser los futuros gobernantes de la ciudad. A ellos se les inculcaba que como eran mejores que los demás, pues debían de gobernarlos para el bien.
En Anarquihuahua, se carecía de una forma de gobierno. Uno llegaba ahí y podía hacer lo que quisiera. Pero también se daba a entender con el sentido común las cosas que no se pueden hacer. Lógicamente si tratas de matar a alguien o lo haces, pues la sociedad te verá como un peligro e igual te pueden hacer lo que quieran para castigarte. Así que aunque había fraudes comerciales y así, había cosas que por sí solas se daban a entender.
Y por último, estaba la ciudad de Democraticonia. Aquí todo mundo era considerado igual, pero entre más trabajara uno, pues más podía lograr. En cambio, si no se esforzaba uno, pues era abandonado a su suerte. Aquí la forma de gobernarse era que todo mundo en general, daba su opinión y la mayoría es la opinión tomada.
Entonces, llegó un analista polaco. O sea, que analisa política. Quien al ver la diferencia de gobiernos, pues consideró que por eso se daba la marcada división. Así que dió un análisis de cada uno.
-Socialópolis era un tanto ideal siempre y cuando todos se pusieran de acuerdo y nadie tuviera fuertes ambiciones.
-Monarquímides era aceptable, mientras que todos los gobernantes fueran racionales y que la demás gente aceptara ser menos.
-Anarquihuahua, era un desmadre, pero no podía caer más bajo al menos.
-Democraticonia estaba bien, mientras que la opinión de la mayoría fuera la correcta.
Entonces, pues eran conclusiones un tanto claras. Para conseguir el sistema de gobierno perfecto, debían reformarse las sociedades. Los sistemas de gobierno están bien, pero dependen de la gente.
-Para que Anarquihuahua fuera perfecto, todos debían tener un sentido común perfecto.
-Para que Socialópolis fuera perfecto, todos los habitantes debían tener una buena educación y disciplina.
-Para que Democraticonia fuera perfecto, la mayoría de la población debía poder tomar la decisión correcta.
-Para que Monarquímides fuera perfecto, los gobernantes debían ser perfectos.
Así que, como no había forma de garantizar esto en cada sistema, parece que debía hacerse una fusión de todos para un sistema perfecto.
Ya que estadísticamente no todos tendrían una educación perfecta, ni un sentido común perfecto, pues se necesita menos gente. Y dado que aún la mayoría es un chingo. Lo más lógico era agarrar a la gente más educada, con más sentido común y decirles que eran mejores que los demás, hacerlos gobernantes y que la opinión de la mayoría de esos fuera la correcta. Y así se propuso el nuevo sistema de gobierno. Llamado "el parlamento"... que no suena tan nuevo.
El analista fue quemado al día siguiente y colgaron su cuerpo en el centro de las 4 ciudades. =)
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