Friday 23 January 2009

Expert's opinion

Ahora fui a hacer uno de los rituales que más importantes para mi: cortarme el cabello. Mi cabello sería el segundo individuo que más quiero (después de mi), así que usualmente cuando uno persona trata de tocarlo respondo agresivamente y sólo unos pocos han sido dignos (es como levantar el martillo de Thor, pero mucho más exclusivo, porque no tiene mucho que ver con ser de corazón puro).

Establecida la importancia de eso, pues yo procuro escoger bien a mi estilista. Actualmente ese rol lo desempeña la adorable Yolanda, cuyo asimétrico corte de cabello me agrada la mitad de un lado. Pero lo importante aquí, es que a diferencia de los humanos normales, los estilistas entienden lo importante que es el cabello y comprenden cómo cortarlo y tratarlo para tenerlo como uno quiere (los buenos, al menos).

Sé que en nuestro arcaico país los hombres suelen tener horribles cortes de barbería que sólo Clark Kent en sus peores años se atrevería a usar, pero aún así, tenerlo muy corto y echarle un litro de gel es algo que su cabello les reprochará al instante, viéndose horrible.

No sé si en mis númerosas anécdotas de Joe (*referirse a los posts del 2004) llegué a mencionar que su cabello era un tanto falto de vida y sin volumen; en palabras de Vince Noir -"I can't even feel it, it's like brown smoke."- pero un día que lo noté mejor, oh sorpresa, había usado mi shampoo. Claro, yo usaba su playstation, su internet, me comía sus chocolates y escribía chistes sobre él en este blog.

Pero el punto es, que el cabello agradece los detalles y atenciones. Por eso, hablar con un estilista y que sepan qué partes deben cortar o qué productos son mejores que otros, uno se siente atendido bien, como cuando vas con un médico que no es un completo imbécil y que se ve que sabe de lo que trabaja.

El cabello no son sólo fibras muertas que salen de la cabeza (y en casos raros, de la espalda), tiene una raíz viva y con suficiente trabajo se le puede dar la ilusión de que tiene vida y con más trabajo y fijaciones enfermizas, uno puede llegar a pensar que tiene vida y voz y pensamientos propios (como el ánime-parodia Bobobo-bo Bo-bobo (si, son puros bo)), donde el protagonista puede escuchar el pensamiento del cabello de la gente.

Entonces recuerden, el cabello no es un derecho, es un privilegio.

2 comments:

Clara González Juidías said...

Suelo tocar el pelo de la gente y no me preguntes porqué.
Me pregunto si nunca toqué el tuyo...

Kluzter Benavides said...

wear it proudly nigga.


yo por eso al mío no permito que ni lo corten... aunque de vez en cuando, mientras se duerme... le hacemos un despunteo... pero eso no suele suceder.