Sunday, 1 May 2011

Entrecrucijadas

Muchas veces dicen que la vida da muchas vueltas y puede que en poco tiempo te veas en un lugar que nunca hubieras esperado. En parte es cierto, pero también hay mucha gente que se aferra a un sólo camino porque le da miedo dónde lo vayan a llevar los otros. A estas personas se les llama "idiotas" o "mayoría".

A mi el destino me encaminó hace tiempo a un trabajo de lunes a viernes de 8 a 5 en una oficina tipo Dilbert, dónde los jefes no saben ni cómo se llaman y los lacayos hacen todo el trabajo. Lo peor de este lugar no son (cómo podría pensarse) las situaciones laborales insulsas que aparecen, como que tengas una junta con el director general para mostrarle tu estudio de un mes y que la única retroalimentación que recibes es que le cambies el color a una gráfica porque azulito se ve mejor en el proyector. No, lo peor de un lugar así, es que trata de convertirte en una persona del sistema.

Y bien, el sistema no es inherentemente malo, pero en México el sistema se basa en la mentira, la grilla, el pisotear a otros, ser celoso de tu trabajo porque te lo van a robar y aún si no lo van a hacer, igual no le prestas nada a nadie para que batallen y las actividades se vean mermadas, ya que es el estado natural de esta patética sociedad.

Así me vi en la necesidad (ya ni siquiera un deseo) de salir de ahí y del país en general. Muchas pruebas tuvieron que ser superadas. Escapes a todas horas, actitudes de James Bond para que creyeran que era otra persona, vuelos, construcciones, presentaciones, peleas, mujeres y ya por ultimo, el día de ayer, me pusieron en un laberinto con un minotauro para encontrar queso al centro mientras Schubert monitoreaba mi cerebro para curar el Huntington.

Pero bueno, ha sido una larga travesía, así que ya sólo trato de ver al recorrido y aprender de las decisiones que tomé bien y las que no. En resumen puedo decir que hubo muchos riesgos y los afronté, si había alguna oportunidad, no temí nada e hice lo que tenía que hacer. Segundo, siempre defendí mis ideales por más estúpidos que pudieran parecer. Y tercero, cuando vives en una cultura de tramposos y envidiosos de la que quieres escapar... no les deposites tu confianza.

En específico, logré ubicar el punto dónde fue más claro que todo empezó. El copo de nieve que desencadenó todo esto y se terminó en la bola gigante de apatía, desmadre y victoria sobre la que voy montado con una risa maquiavélica. Va más o menos así:

En el trabajo, un compañero un viernes llevó tacos, haciendo felices a sus dos compañeros. Por esto, mi jefe sintiendo gran envidia por el agradecimiento mostrado por otras personas, decidió declarar el viernes como el día obligatorio de llevar tacos a los demás. Así, un buen detalle fue convertido en obligación, absorbiendo toda la felicidad que este evento generaba y trasladándola a otra parte del universo, posiblemente a un hoyo negro que succiona la felicidad que se acerque y eventualmente convierta todo el cosmos en un lugar infeliz, pero con una singularidad de felicidad perfecta.

Así comenzó la rotación de tacos, hasta que me fui de vacaciones a Los Angeles (ah, nunca escribí de eso, verdad? I suck). Regresando era mi turno y llevé los estúpidos tacos. A la semana siguiente, siendo turno de mi jefe le dijimos, pero reaccionó como niño chiquito que no iba él, no quería y no quería. Así que dijo que todo se desmadró por mi viaje a LA y había que re-sortear todo de nuevo. Yo me negué a participar en ese travesti evento, pero igual mi jefe continuó y declaró que iba yo nuevamente, porque saqué el #5 y claro, el 5 es el primero, verdad? Porque 5x5 es 15, que es primo, por ende 5<1, donde 1 es cubo y como 15 es cuadrado y viene de 5x5, entonces pues 5 es menor a un cuadrado y por ende menor a un cubo, como el 1. Right?

En fin, yo no llevaría nada y me peleé con mi jefe defendiendo mi postura de que era su turno y que no fuera chiflado, además de que yo acababa de llevar los tacos (qué tontería, no?). Así al día siguiente no llevé nada, pero fui a desayunar con un compañero, quien durante el desayuno mencionó que escaparía a una feria de empleo durante la comida. Yo estaba enterado de dicha feria ya que la bella Ileana me había dicho que fuera, así que yo fui más con la intención de verla a ella que buscar empleo.

Y así empezó todo... por lo que en conclusión, si mi jefe hubiera pagado esos estúpidos tacos como debía, yo no me habría enterado del escape de mi compañero al empleatec y no habría ido, por lo que no habría conseguido un mejor trabajo y seguiría amargando mi existencia viendo a una pantalla con exceles y ni siquiera podría leer Dilbert porque me recordaría mi horrible existencia. Pero como defendí mis principios de que los tacos eran responsabilidad de mi jefe, en vez de quedarme callado como mis colegas, fui recompensado por defender la verdad. La verdad de los tacos. Quizá como el FSM, haya alguna deidad basada en tacos y defendí algo de mucha mayor importancia de lo que creo.