Monday, 14 May 2007

Writer's block

Hace mucho tiempo, en un reino, que la verdad me da flojera nombrar, pero si buscan un nombre... Mucepeqiro era su nombre. En dicho reino, todo mundo disfrutaba de escribir. Escribían carteles con los nombres de las calles, con direcciones de como llegar a todo lugar, con consejos de cómo hacerlo; escribían a detalle los menús de los restaurantes, los instructivos de aparatos; escribían sus leyes y noticias; escribían sobre sus vidas a detalle, desde lo que hicieron relevante, hasta la decisión de qué zapatos ponerse en una fiesta.

Pero claro que también escribían libros. Libros y más libros, Mucepeqiro era bien conocido por su producción literaria hasta más allá del horizonte (o sea, que llegaba lejos, no que literalmente (funny) llegaran a el horizonte.

Aunque la mayoría del reino disfrutaba de plasmar sus ideas frecuentemente, sin moderación, tenía que haber alguien que de plano odiara todo esto. Aquí comienza la historia de nuestro héroe... o al menos el protagonista de esta historia. No una mañana, ni una noche, sino cerca del mediodía, pero muy tarde para ser de mañana y muy temprano para el atardecer. Estaba Luyden, quien tenía poca paciencia y parecía no disfrutar de los escritos.

Luyden: Es que les digo que todo esto es demasiado. Abusamos de nuestro poder de comunicación impresa para expresar cosas que no son necesarias o que bien podríamos sólo decir.
Manto: Estamos en nuestro derecho de expresar todo lo que queramos por medio escrito. Pero como las palabras pueden ser escuchadas por otros, entonces hay algunas restricciones. Es sólo parte de nuestras costumbres.
L: Pero si uno ve algo escrito, lo natural será que te detengas a leerlo, cuando muchas veces los ruidos externos pueden ser ignorados.
M: Aún así no veo que te molesta tanto.
L: Creo que es sólo que estoy cansado de tener que leer siempre ceremoniosas descripciones de la comida en los menús o que prefieran darme manuales escritos para cualquier cosa en vez de ponerme atención por unos minutos.
M: Hace poco leí que si tenemos un promedio de lectura mucho mayor al de otros reinos, pero leí otro artículo de que esto sólo puede tener buenas repercusiones.
L: ¿Ves? Todo eso lo leíste. ¿Por qué el que esté escrito lo hace más aceptable?
M: Son artículos serios, deben tener cierto prestigio.
L: ¿Pero si el que lo dijera fuera un tipo histérico como yo?
M: Mmmm... creo que entiendo lo que dices. Les asociamos una voz intelectual y agradable a los artículos que consideramos más serios.
L: ¡Exacto!
M: Deberías escribir sobre eso.
L: Te veo luego...

Luyden siguió su paso por las calles del reino, ya algo vacías porque la gente se encontraba en casa redactando las anécdotas de su día. Así Luyden, que sentía que haber ido a trabajar y juntarse con sus amigos como todas las tardes no era algo que ameritara ser plasmado en detallo, prefirió vagar por los bosques cercanos de Mucepeqiro.

En el bosque se comenzó a sentir atraído por una suave música. Luyden no acostumbraba a viajar por los alrededores del reino, ya que había leído a detalle sobre todas las especies de árboles y visto detallados mapas y fotografías de todas partes. Aún así, nunca leyó nada sobre la música, por más que hubiera leído, nunca habría sentido esa sensación. Así que buscó la fuente de dicho sonido, se tuvo que alejar un poco de los caminos bien establecidos, guiados por incontables letreros sobre las direcciones de los puntos de interés en el bosque.

Después de caminar un poco, salió de la maleza del bosque a las afueras del mismo. Había un río y un anciano tocando un instrumento extraño. Era suave en el viento, pero no era una flauta y vibrante como el acero, pero no era una lira. Luyden sintió curiosidad de quién era este personaje y se aventuró a llamarlo ―¡Disculpe!― dijo Luyden. ―¿Pero qué instrumento es ese?― La música se detuvo abruptamente y el anciano volteó la mirada a verlo. ―¿Qué no sabes leer?― le dijo. Luyden un poco confundido se dió cuenta que había un pequeño letrero que decía: "No interrumpir." ―Lo siento, no me di cuenta.― dijo Luyden.

Anciano: Llevaba tiempo esperando a que alguien me interrumpiera.
Luyden: Pero si el letrero...
A: Sé lo que dice el letrero. Usualmente todos hacen caso. Pero creo que no acostumbras seguir las indicaciones del camino. Todas ellas apuntan perfectamente para que nunca puedas llegar aquí.
L: Oh, pero la música me guió, quizá sólo es que la gente no la había escuchado.
A: Jajajaja... muchacho, pero si llevo mas de 50 años tocando esa melodía.
L: Puedo preguntar, ¿por qué?
A: Yo me exilié del reino hace mucho tiempo. No soporto tanta lectura. Uno pierde el contacto con la realidad, así que simplemente escapé de ella.
L: Sabe, esto se está poniendo extraño.
A: No, no, tranquilo. Yo sabía que vendría alguien como tú eventualmente.
L: ¿Ah sí?
A: Sí. Así está escrito en el destino.
L: No puede estar hablando en serio.
A: No, lo digo en serio. El destino está escrito. Pero no todo el destino. Alguien está encargado de escribirlo. No es un gran escritor como podrás imaginar. Siempre las mismas guerras y los mismos problemas, con unos personajes incapaces de aprender de sus errores.
L: No veo cómo estos comentarios deberían tranquilizarme.
A: Yo se que debes pensar que soy sólo un viejo loco del bosque. Pero dime Luyden, ¿no saliste acaso hoy a caminar para escapar de todos los escritos?
L: ¿C-cómo supo mi nombre?
A: Te dije que todo está escrito. Mira, te diré que hay una manera de que puedas moderar el exceso literario en el reino. ¿No te gustaría eso?
L: Pues... claro, ¿qué tengo que hacer?
A: Hay un objeto llamado "el bloque del escritor". Es un artefacto muy antiguo. Se dice que quienquiera que lo posea, puede detener la inspiración literaria de quienquiera.
L: Oh... eso podría ser útil. Cada tarde podría hacer que todos salieran de casa evitando que pasen todo el tiempo escribiendo su diario. ¿Cómo puedo conseguir este bloque?
A: Debes suponer que no es una tarea fácil, ya que de serlo, cualquiera lo habría conseguido.
L: Como usted, por ejemplo.
A: Jaja... yo ya estoy muy viejo para esas travesías. Muy tarde me enteré de su existencia.
L: ¿Cómo se enteró?
A: Historias que uno escucha. Todos los que trataron de conseguirlo hablaron de sus experiencias, pero nadie solía creerles. Trataron de escribir sobre ellas, pero nunca volvieron a encontrar inspiración. Así que todo lo que he escuchado, son las muchas historias que el tiempo alteró antes de llegar a mi.
L: Entonces no creo que me sirva de mucho.
A: Siempre hay algo de verdad en estas historias. Verás. Es muy sencillo llegar. Siguiendo el camino de la montaña, habrás notado algunas señales de caminos cerrados o peligrosos. Simplemente sigue cada una de estas.
L: Suena peligroso.
A: Llegarás a un templo, donde el bloque esta guardado. Y algunas pruebas para obtenerlo te esperarán.
L: Bueno, creo que ya me voy.
A: Jaja, piénsalo, te gustará la idea.
L: ¿Cómo lo sabe?
A: He visto el libro del destino y está escrito que tu saldrás de ese templo después de pasar por todas las pruebas.
L: ...

Luyden regresó a su casa ese día, pero todo el tiempo estuvo pensando. El "bloque del escritor"... sonaba como un interesante poder. Ser capaz de arrebatarle la creatividad a alguien en el instante que lo desees. Pero, ¿por qué nadie lo habría podido conseguir? Quizá las pruebas eran muy difíciles. Pero bueno, un templo sobre escritores no sonaba como un lugar peligroso, además había leído mucho toda su vida, sabía muchas más cosas que habitantes de otros reinos en general. Su conocimiento sería su arma. Además, si ya estaba destinado a conseguirlo, entonces sería muy fácil. No tenía nada que perder (aparte de tiempo).

Así, al día siguiente, Luyden se encaminaba al templo.

Manto: Pero seguir los caminos marcados como peligrosos debe ser... pues... ¡peligroso!
Luyden: ¿Acaso crees todo lo que lees?
M: ¿Por qué mentirían?
L: Tú no te preocupes, no suena como algo difícil.
M: Es un tonto bloque mágico que inventó un viejo loco.
L: Ten un poco de sentido de la aventura.

Luyden tomó los señalamientos en la montaña a como le habían dicho, durante el camino se preguntaba "Si el destino ya tiene todo esto predeterminado, ¿entonces cuál es el objeto de hacerlo? ¿Acaso somos actores sin voluntad en una especie de obra teatral cósmica? Bueno, el hecho es que estoy aquí para ver qué pasa con esto." Y así siguió recorriendo los señalamientos, hasta llegar a la cima que el camino conducía. Un templo descuidado y olvidado estaba ahí. Obviamente resguardando el lugar. Se estaba haciendo de noche, así que Luyden se acercó a la entrada, donde había un letrero que decía: "Dentro de este templo, se encuentra el bloque del escritor. Si decides entrar y fallas en conseguirlo, nunca podrás volver a escribir." A Luyden le parecía una fuerte amenaza, pero después de todo, el destino estaba de su lado, así que se aventuró dentro.

Dentro se encontró con un salón vacío, con un pedestal al centro y una puerta al otro extremo. El pedestal tenía una inscripción que decía: "Si quieres acabar con la escritura, hay 3 pasos para lograrlo que debes recordar. Ignorar. Destruir. Sustituir." De acuerdo a lo que el anciano le había dicho, al parecer eran obvias pistas para sus pruebas a presentarse. Supuso que las pruebas debían estar relacionadas con estos pasos, ya que al parecer estaban relacionadas a lo que le brindaría el bloque. Así, cruzó la primer puerta.

En el siguiente cuarto, había una puerta y una inscripción sobre ella que decía: "La primer prueba la has pasado." Luyden se confundió. ¿Cómo pudo haber pasado la prueba? Aquí recordó el camino que siguió para llegar al templo, ignorando las señales del camino. ―Bueno, creo que tardé algunos años en poder resolver la primer parte... de hecho creo que me dieron la respuesta. ― pensó. Así, abrió la puerta y llegó al siguiente cuarto, que albergaba la siguiente prueba. Una especie de antesala, donde la segunda prueba estaba esperando.

Un esqueleto estaba en el cuarto, con un mazo en su mano, como si hubiera estado usándolo antes de morir. Al otro extremo del cuarto, una puerta con una inscripción. Esta vez decía: "Este acertijo nunca te dejará pasar." ―Un tanto presuntuoso.― dijo Luyden. ―Los acertijos parecen no ser muy amigables aquí... bien, tengo que resolverlo.

Pensando en la pista que siempre dicen los mismos acertijos en su solución, pero a la vez esos acertijos eran parte de un todo. Debía relacionarse a lo que leyó en la entrada. Después de todo, la ignorancia fue lo que ayudó a pasar la primera. La segunda era "destruir". Al recordar esto, volteó a ver el esqueleto con el mazo en su mano. ¿Habrían puesto el esqueleto ahí a propósito? Quizá lo único que tenía que hacer era tomar el mazo y derribar la puerta. Pero no, eso sonaba demasiado fácil. Así, alguien ignorante podría pasar las primeras dos pruebas. ¿Pero acaso destruir no era ignorancia?

Luyden pasó un rato pensando en qué hacer. Ya que tratar de derribar la puerta era sin duda ignorancia otra vez. Y si el cadaver era una especie de advertencia sobre no derribar la puerta... ignorar dicha advertencia seguía siendo ignorancia. Debía haber algo más. ―"Este acertijo nunca te dejará pasar..."― pensaba Luyden, mientras veía todo el cuarto, que no tenía nada de especial. Después de un tiempo decidió Luyden pensar un poco el cómo resolvió la primer prueba. No era sólo ignorar los letreros en sí, sino seguir los caminos ignorando las advertencias escritas en ellos. ―¡Claro! Ignoré lo que estaba escrito en los letreros― pensó Luyden― seguramente es algo relacionado directamente a las letras.

Examinando la inscripción de cerca, Luyden tuvo una idea. ―Destruir la puerta es ignorancia. Así como se ignoraron las advertencias de los letreros al inicio, ignorar ahora el esqueleto con el mazo sería equivocarme en esta prueba al destruir la puerta. El acertijo no es toda esta situación, sino que es la inscripción en sí.― dicho esto, Luyden tomó el mazó y golpeó la parte donde la inscripción estaba grabada hasta borrarla por completo. Al dar el último golpe, la pesada puerta comenzó a abrirse. Había conseguido llegar al último cuarto.

El último cuarto se veía que no había sido visitado en largo tiempo. Después de todo, los primeros dos eran fácilmente accesibles. En el cuarto había unas fuentes de agua, ya secas y sin funcionar. Y al fondo, un pedastal con un enorme bloque y la estatua de una sirena. Luyden se acercó a la estatua y examinó el bloque, que no tenía nada de especial. Puso su mano sobre él y escuchó un sonido. La estatua de la sirena levantó la cara y acercó sus brazos y comenzó a hablar.

"Tú que has llegado hasta aquí, esta es la última prueba. El bloque del escritor sólo puede ser poseído por alguien que la pase. Con lograrlo, te reconocerá como su nuevo dueño y podrás utilizarlo. Como has destruido ya la escritura, este mensaje esta en el canto de una sirena, lo único que tienes que hacer, es encontrar un sustituto para la escritura y para hacerlo, debes encontrar la forma de decirle a la próxima persona en llegar aquí, que tú, Luyden, estuviste aquí, sin duda alguna."

El mensaje había sido muy claro. Luyden tendría el poder del bloque si lograba de alguna forma comunicarle a los que fueran ahí después, que indudablemente él había llegado ahí. Sonaba fácil. Pero... ¿cómo? Usualmente los escritos eran la forma de dejarle mensajes a la gente. Y para probarle a alguien más que estuvo ahí, tomaría simplemente algo del templo y lo mostraría. ¿Pero cómo mostrarle a la gente que él estuvo ahí, que supieran que era él?

Así pasó horas Luyden, tratando de encontrar un sustituto para la escritura, pero siempre terminaba recurriendo a grabar sus pensamientos de alguna forma diferente. Según ese anciano, pasaría las pruebas y saldría del templo. Extraño era lo que le deparaba el libro del destino. Ahora no había una inscripción, esto era exactamente lo que no había. Quizá podría dejar algo como el mensaje de la sirena, pero completamente desconocía su funcionamiento. Y si salía de ahí, no podría volver a escribir nada nunca y se convertiría en otro de esos locos que narran sus aventuras y nadie les cree, para después morir en el anonimato. Además, realmente sí le agradaba escribir. ¿Podría soportar este tipo de vida?

Días, pasó Luyden obsesionado con resolver el acertijo. No veía la manera de dar prueba de su proeza hasta ese lugar. El hambre y la sed lo acechaban, pero estaba decidido a completar su tarea. Así pasó el tiempo. Luyden ya rayaba en la locura, sólo pensando una y otra vez sobre más y más formas diferentes de escritura, así fueran símbolos o imágenes, no dejaba de ser lo mismo. La última palabra del pedestal era muy clara: "sustituir". No le estaba dando pista alguna. Además, necesitaba dejar un mensaje descifrable para alguien más.

Ya después de tanto pensar, Luyden comenzó a decaer, casi hundido en su propio delirio, su mente trabajando todo el tiempo, pero su cuerpo estaba comenzando a decaer, no tenía la energía suficiente para seguir buscando respuestas. Lo único que podía hacer ya, era salir del lugar y tratar de sobrevivir o rendirse al decaimiento. Aquí Luyden recordó que el segundo acertijo usaba un razonamiento parecido al del primero, quizá había información que podría usar. Aquí recordó el cadaver con el mazo, quien le advirtió y ayudó a resolver el acertijo. Luyden cerró los ojos y sonrió. Por fin había descubierto la respuesta. Y justo en el instante en que salía su último aliento, pudo usar el bloque.

1 comment:

Kluzter Benavides said...

moraleja:
"No intentes destruir la escritura"

Vaya que siempre quienes logran las cosas más sorprendentes mueren a causa de ello no?...o les carga la payasa por tanto que le dedican a esa acción.

¿Y pues la inscripción decía Sistituir o Sustituir?... porque si decía sustituir, entonces hay un errorcín después, pero si decía sistituir, entonces ya se estaba aplicando la prueba de sustitución... será que en su memoria ya sustituía los mensajes?.

Podría haber filmado una película con su celular y dejarlo cargando en el cuarto con la sirena... doink


whooo estuvo super largo este post...
(resolví el 2do acertijo en el momento en que terminé de leer el anuncio :D y eso que no leo tyanto como luyden).

Ver películas tmb sirve.... y ciertos canales de tv. (de paga obviamente)


EN fin... bueno el cuento ése ese.