Monday, 15 August 2005

Bus ride tales

El sábado tuve una clase, larga y aburrida, como son todas las clases de sábado. El maestro es en realidad más o menos bueno, se parece a Ernest, de las películas "Ernest goes to...", pero era sábado y toda clase es mala en sábado.

Saliendo de ahí a las 8 y media de la noche me encaminé a tomar el camión, ruta 1, el cual me dejaría en el camino intermedio a mi casa.

El camión apareció rápido y de igual manera llegó a su destino. Allí me proponía a tomar la ruta 23, que me dejaría cerca de mi casa. Pasaron muchos de esos minutos y el camión no pasaba y no pasaba. Así siguió el tiempo, hasta que decidí entrar al super 7 para comprar provisiones y soportar mi espera, la cual llegó a los 40 minutos. Subí al camión, sólo quedaba un lugar disponible cuando alcancé a subir. Varias mujeres de apariencia indiferenciable, de obvia clase baja (no por ser discriminativo, pero en esta ciudad, esas cosas se notan), pero no, no esta vez, no puedo ser amable, ese lugar tenía que ser mío y así fue.

Me senté junto a un hombre de apariencia tosca e insegura, con ansiedad desbordante, él revisaba el trasero de todo lo que se bajara del camión. Desgraciadamente, los 40 minutos de espera hicieron que se acumularan grandes cantidades de gente en el camión, de manera que a la segunda parada, ya estaba completamente desbordante y yo sabía que la gente no bajaría de ahí hasta dentro de algunos kilómetros. Paso el tiempo, obviamente nos encontramos con el tren en nuestro camino.

Después de más interminable recorrido, una mujer le dice a la chica que estaba tras de mi que abriera la ventana, que hacía mucho calor. En realidad el día fue fresco, pero había tanta gente en el camión que el calor mamífero generado era considerable. Pero también, esta mujer, que ordenaba a la pobre chica abrir la ventana, supongo que tenía calor por algo más que la cantidad de gente. Después de todo era la clásica madre de unos 10 hijos, sin educación, sin pasado, sin futuro, quien odiaba al mundo por su suerte que nunca trató de cambiar. Vistiendo la misma playera de lo que fue un Piolín hace años, ahora descolorido y deformado en algo que no podía ser nombrado.

Mi destino se acercaba, pero yo estaba justo en el centro del vehículo y aunque cerca de 20 gentes conté que bajaron, seguía sin haber espacio en el camión. Aparte, mi amigo ansioso parecía que quería bajar, llevaba horas queriendo bajarse, no se si por inseguridad de donde era su parada o buscaba una víctima para su próximo crimen, lo que fuera, tendría que cederle el paso y no veía como lograría tal hazaña.

Llegando al lugar donde descendería, mi compañero decidió prudente bajar también. Así que quizá quería matarme, pero no me importaba, su mirada perdida no podría contra mi clara ventaja en edad y altura. Aún así nada sucedió, ni siquiera se detuvo el camión cuando cerca de una docena de personas le dijo que se detuviera. Cuando lo hizo, logré bajar, no miré atras, sólo vi mi reloj para ver mis dos horribles horas de recorrido. Me propuse a mi diaria recreación de Frogger y llegar a mi hogar para poder seguir orientándome al lado oscuro. =)

1 comment:

Kluzter Benavides said...

heeeyyy y tmb quiero un counter para mi page... a ver cuántos post se quedarán en 00's o con 1's de cuando yo mismo los vuelvo a ver :P

haha para no escribir cosas tan repetidas..

pues que chafez de trayecto compayito... ya que yo cuando vivía en valle verde... un par de kilómetros más lejos del tec.. jamás tardaba más de hora y media..

eso de que haya tan pocos camiones 23.. la vdd desquisia... pero como se supone que casi todos tienen coche cuando son de cumbres... pues ni hablar.